La Fauna Silvestre de Panamá
La República de Panamá está situada en el extremo suroriental de América Central y su superficie total abarca 75,516 Km2, según el Atlas de Panamá, 1988. Constituye la parte más angosta y baja del istmo mesoamericano que une a Norte y Sur América. Panamá limita al norte con el Mar Caribe, al sur con el Océano Pacífico, al este con Colombia y al Oeste con Costa Rica. Más o menos en su punto medio, el país está divido por el Canal de Panamá, que atraviesa el istmo y comunica al Mar Caribe con el Océano Pacífico. Tiene dos extensas costas, frente a las cuales hay 1,518 islas, islotes y cayos sobre la plataforma continental, que es más amplia en el Pacífico que en el Mar Caribe. Numerosos ríos, lagos, lagunas y quebradas constituyen las principales fuentes de agua dulce del país.
La angosta faja de terreno que constituye Panamá está dividida de oeste a este por una serie de cordilleras y sierras litorales. Estas tierras tienen su máxima altitud a 3,475 msnm en el Volcán Barú (Provincia de Chiriquí). Tienen climas especiales para el Pacífico y el Caribe relacionados con una diversidad de condiciones ecológicas, que definen las diferentes zonas de vida.
En su mayor parte, la fauna silvestre de nuestro país está compuesta por especies propias de Norte y Sur América, aunque su caracterización es predominante neotropical. Podemos mencionar, entonces, que Panamá tiene portadas hasta el momento 218 especies de mamíferos (11 endémicas).
929 especies de aves (122 migratorias y 6 endémicas), 226 especies de reptiles (18 endémicas) y 170 especies de anfibios (22 endémicas). Muchas de las especies que componen nuestra fauna silvestre juegan un papel importante en la ecología, ya sea como fuente de alimentación, depredadores naturales, polinizadores de flores o dispersadotes de semillas. Además, en Panamá coinciden tres de las cuatro principales rutas de migración de aves en América.
En América Latina, en especial en las áreas tropicales la fauna silvestre juega un papel muy importante en la nutrición de muchas personas, especialmente de poblaciones (campesinos, negroides, indígenas) de escasos recursos económicos. Otros usos de la fauna se ajustan muchas veces a necesidades culturales, como el comercio de pieles, la captura de animales vivos (mascotas, zoológicos y usos biomédicos), el uso en ceremonias religiosas y folclóricos (plumas, garras, dientes, etc) y la domesticación de algunas especies (cría de patos silvestre).
Tenemos poca información actualizada sobre el estado de la fauna en nuestro país, aunque sabemos que el número de especies ha disminuido drásticamente en los últimos años. Esto se observa sobre todo a lo largo de las tierras bajas de la vertiente del Pacífico; por ahora, las tierras bajas de la vertiente del Caribe se ven menos afectadas. Aunque muchos de nuestros campesinos e indígenas practican la cacería de subsistencia como fuente alterna de alimentación, hay un aumento considerable en la cacería comercial (venta de carne, pieles y animales vivos) y deportiva, que muchas veces no tiene límites en cuanto a cantidad, edad y sexo de los animales, y no sigue las disposiciones legales que protegen ciertas especies.
Además, la deforestación aumenta día a día en nuestro país. En la actualidad, podemos observar profundos cambios ecológicos que alteran nuestra geografía y que inciden en las personas y los recursos naturales, rompiendo el equilibrio normal de la naturaleza. La realidad es que ya hemos perdido más del 60% de los bosques naturales del país, y todos los años se talan más de 50,000 hectáreas de bosques a un ritmo vertiginoso. La presión humana que destruye los ambientes naturales aumenta a lo largo y ancho del país y amenaza muchos ecosistemas vitales, entre ellos la frágil cuenca del Canal de Panamá, las principales cuencas hidrográficas productoras de energía, los manglares y otros recursos marinos de nuestras costas.
En la actualidad se hacen esfuerzos para fortalecer la conservación de nuestra herencia natural con la participación conjunta del sector gubernamental, la empresa privada y las organizaciones no gubernamentales (ONG´s). Cada día es mayor el número de panameños que están tomando conciencia sobre la importancia de la conservación de la diversidad biológica de Panamá.
Conservando nuestros bosques tropicales contribuiremos a salvar las miles de especies de plantas y animales que ellos albergan, y estaremos asegurando la estabilidad de nuestra propia especie
La República de Panamá está situada en el extremo suroriental de América Central y su superficie total abarca 75,516 Km2, según el Atlas de Panamá, 1988. Constituye la parte más angosta y baja del istmo mesoamericano que une a Norte y Sur América. Panamá limita al norte con el Mar Caribe, al sur con el Océano Pacífico, al este con Colombia y al Oeste con Costa Rica. Más o menos en su punto medio, el país está divido por el Canal de Panamá, que atraviesa el istmo y comunica al Mar Caribe con el Océano Pacífico. Tiene dos extensas costas, frente a las cuales hay 1,518 islas, islotes y cayos sobre la plataforma continental, que es más amplia en el Pacífico que en el Mar Caribe. Numerosos ríos, lagos, lagunas y quebradas constituyen las principales fuentes de agua dulce del país.
La angosta faja de terreno que constituye Panamá está dividida de oeste a este por una serie de cordilleras y sierras litorales. Estas tierras tienen su máxima altitud a 3,475 msnm en el Volcán Barú (Provincia de Chiriquí). Tienen climas especiales para el Pacífico y el Caribe relacionados con una diversidad de condiciones ecológicas, que definen las diferentes zonas de vida.
En su mayor parte, la fauna silvestre de nuestro país está compuesta por especies propias de Norte y Sur América, aunque su caracterización es predominante neotropical. Podemos mencionar, entonces, que Panamá tiene portadas hasta el momento 218 especies de mamíferos (11 endémicas).
929 especies de aves (122 migratorias y 6 endémicas), 226 especies de reptiles (18 endémicas) y 170 especies de anfibios (22 endémicas). Muchas de las especies que componen nuestra fauna silvestre juegan un papel importante en la ecología, ya sea como fuente de alimentación, depredadores naturales, polinizadores de flores o dispersadotes de semillas. Además, en Panamá coinciden tres de las cuatro principales rutas de migración de aves en América.
En América Latina, en especial en las áreas tropicales la fauna silvestre juega un papel muy importante en la nutrición de muchas personas, especialmente de poblaciones (campesinos, negroides, indígenas) de escasos recursos económicos. Otros usos de la fauna se ajustan muchas veces a necesidades culturales, como el comercio de pieles, la captura de animales vivos (mascotas, zoológicos y usos biomédicos), el uso en ceremonias religiosas y folclóricos (plumas, garras, dientes, etc) y la domesticación de algunas especies (cría de patos silvestre).
Tenemos poca información actualizada sobre el estado de la fauna en nuestro país, aunque sabemos que el número de especies ha disminuido drásticamente en los últimos años. Esto se observa sobre todo a lo largo de las tierras bajas de la vertiente del Pacífico; por ahora, las tierras bajas de la vertiente del Caribe se ven menos afectadas. Aunque muchos de nuestros campesinos e indígenas practican la cacería de subsistencia como fuente alterna de alimentación, hay un aumento considerable en la cacería comercial (venta de carne, pieles y animales vivos) y deportiva, que muchas veces no tiene límites en cuanto a cantidad, edad y sexo de los animales, y no sigue las disposiciones legales que protegen ciertas especies.
Además, la deforestación aumenta día a día en nuestro país. En la actualidad, podemos observar profundos cambios ecológicos que alteran nuestra geografía y que inciden en las personas y los recursos naturales, rompiendo el equilibrio normal de la naturaleza. La realidad es que ya hemos perdido más del 60% de los bosques naturales del país, y todos los años se talan más de 50,000 hectáreas de bosques a un ritmo vertiginoso. La presión humana que destruye los ambientes naturales aumenta a lo largo y ancho del país y amenaza muchos ecosistemas vitales, entre ellos la frágil cuenca del Canal de Panamá, las principales cuencas hidrográficas productoras de energía, los manglares y otros recursos marinos de nuestras costas.
En la actualidad se hacen esfuerzos para fortalecer la conservación de nuestra herencia natural con la participación conjunta del sector gubernamental, la empresa privada y las organizaciones no gubernamentales (ONG´s). Cada día es mayor el número de panameños que están tomando conciencia sobre la importancia de la conservación de la diversidad biológica de Panamá.
Conservando nuestros bosques tropicales contribuiremos a salvar las miles de especies de plantas y animales que ellos albergan, y estaremos asegurando la estabilidad de nuestra propia especie
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